Enero 2022. Mi hermana desde Buenos Aires acaba de terminar su sesión de meditación matutina por videollamada con mis papás en Quito. Los veo ahí, frente a la laptop, respirando "conscientemente" mientras ella los guía desde Argentina. La tecnología uniendo familias... para meditar. Yo los observo con la misma cara que pongo cuando alguien me habla de homeopatía o de abrazar árboles para sanar el alma.
Si me hubieran dicho hace dos años que la meditación sería mainstream y que mi hermana sería instructora virtual de mis papás, no me habría sorprendido del todo. Lo que me sorprende es que después de intentarlo honestamente por meses, sigo pensando que no sirve. Al menos no para mí.
Cuando todos meditaban menos yo
La pandemia convirtió a medio mundo en yoguis amateur. LinkedIn se llenó de posts sobre mindfulness. Mis colegas developers compartían sus apps favoritas de meditación. Mi hermana desde Buenos Aires se volvió evangelista del "respirar conscientemente" y convenció a mis papás de hacer sesiones semanales por Zoom. Y yo ahí, intentando entender qué diablos le veían.
Marzo 2020: Encerrado en casa, sin comisiones, con ansiedad por el techo. Todo el mundo decía "prueba meditar". Mi hermana insistía por WhatsApp: "Te va a cambiar la vida". Ok, probemos.
Mi intento honesto con la meditación
Descargué Headspace porque era lo que todos recomendaban. "Es meditación para gente normal", decían. 3 minutos de "respirar conscientemente". Mi mente:
- "Esto es ridículo"
- "Debería estar trabajando"
- "¿Cuánto falta?"
- "Tengo que pagar el arriendo"
- "¿Por qué estoy sentado sin hacer nada?"
Intenté por semanas. Meses incluso. Probé apps diferentes, YouTube, hasta me uní a una sesión virtual con mi hermana. Nada. Mi cerebro simplemente no está cableado para "estar presente" o "observar mis pensamientos sin juzgar". Mis pensamientos necesitan ser juzgados, analizados, y convertidos en acciones. Es como soy.
El respeto a los que les funciona
Respeto profundamente a quienes encuentran paz en la meditación. Mi hermana jura que le cambió la vida. Mis papás, a sus 70+ años, ahora hacen sus sesiones semanales religiosamente y dicen sentirse mejor. Varios amigos, especialmente los más jóvenes, encontraron en la meditación una herramienta válida.
Genial por ellos. En serio. Pero seamos honestos: no todos somos iguales. Y está bien.
Lo que sí me funcionó: Terapia real con un profesional real
Mientras todos meditaban, yo encontré mi salvación en algo más tradicional: un psicólogo. Daniel, amigo personal y excelente profesional, fue quien realmente me ayudó a manejar el caos mental de la pandemia.
No me pidió que respirara conscientemente. No me habló de chakras o energías. Hablamos de problemas reales, estrategias concretas, técnicas basadas en ciencia. Terapia cognitivo-conductual, no mantras místicos.
Gracias a Daniel, mi distonía (contracciones musculares involuntarias causadas por estrés) prácticamente desapareció. Años sufriendo espasmos en el cuello y hombros, y la solución no fue meditar sino trabajar mis problemas con un profesional.
La meditación en mi ranking personal de alternativas
Si tuviera que rankear las terapias alternativas por credibilidad:
- Psicología/Psiquiatría (ciencia real)
- Ejercicio físico (endorfinas comprobadas)
- Meditación (ok, tal vez ayude a algunos)
- Homeopatía (agua cara)
- Abrazar árboles (no comments)
- Cristales sanadores (en serio?)
La meditación está apenas por encima del placebo. Y eso siendo generoso.
Por qué creo que no me funciona
Mi cerebro es una máquina de resolver problemas. Pedirme que "no piense" es como pedirle a un pez que no nade. Puedo intentarlo, pero va contra mi naturaleza.
Cuando tengo un problema, necesito:
- Analizarlo
- Buscar soluciones
- Implementar acciones
- Ver resultados
Sentarme a "observar el problema sin juzgar" me genera más ansiedad que el problema original.
El boom tecnológico de la meditación
Lo irónico es ver cómo la tecnología se fusionó con esta práctica milenaria. Mi hermana da clases por Zoom, usa apps para timer, comparte playlists de Spotify para meditar. Hay headbands que miden tus ondas cerebrales mientras meditas. VR meditation experiences.
Es fascinante desde el punto de vista técnico. ¿Funciona? Para algunos, aparentemente sí. Para mí, sigue siendo tiempo perdido que podría usar programando o resolviendo problemas reales.
La presión social de meditar
Lo más molesto de este boom es la presión implícita. "¿No meditas? Deberías probar". Como si fuera la solución universal a todo. No, Karen, mi ansiedad no se va a curar respirando profundo por 10 minutos.
En reuniones familiares virtuales, mi hermana siempre saca el tema. Mis papás ahora son team meditación. Yo soy el bicho raro que "no lo entiende". Está bien. Prefiero ser el bicho raro funcional que el meditador disfuncional.
Lo que sí rescato del movimiento
Aunque la meditación no sea para mí, celebro que la pandemia haya normalizado hablar de salud mental. Que la gente busque ayuda, sea meditando, con terapia, o como sea. El tabú se rompió y eso es positivo.
También respeto que funcione para otros. Mi hermana genuinamente está mejor. Mis padres encontraron una actividad que los une (aunque sea por videollamada). Si les sirve, excelente.
Mi approach actual a la salud mental
Mi stack de salud mental post-pandemia:
- Sesiones regulares con Daniel (terapia real)
- Ejercicio físico (caminar cuenta)
- Horarios de trabajo definidos
- Proyectos que me apasionen
- Cero culpa por no meditar
Funciona para mí. Mi distonía está controlada, mi ansiedad es manejable, y no tuve que fingir que "observar mi respiración" es revolucionario.
El veredicto personal
La meditación es como Linux: algunos juran que es lo mejor del mundo y no entienden cómo otros pueden vivir sin eso. Yo uso Windows y voy al psicólogo. Menos cool, pero funciona.
Si la meditación te sirve, genial. Úsala. Si como yo, prefieres soluciones más concretas, también está bien. No todos necesitamos lo mismo.
Mi hermana seguirá meditando desde Buenos Aires. Mis papás seguirán con sus sesiones por Zoom. Yo seguiré yendo a terapia con Daniel y resolviendo mis problemas con acción, no con respiración.
Y está bien. La salud mental no es one-size-fits-all. Encuentra lo que te funcione y úsalo. Para mí, eso definitivamente no incluye sentarme a no hacer nada por 10 minutos.
Comentarios 2
Comparte tu opinión
Oscar Flores
Iván Cruz