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Pokémon GO cumple dos años: la fiebre que murió en el gimnasio de la esquina

Pokémon GO cumple dos años: la fiebre que murió en el gimnasio de la esquina

Hace exactamente dos años, Pokémon GO nos convenció de que salir de casa era buena idea. El 6 de julio de 2016, Niantic lanzó lo que probablemente fue el experimento social más grande de la historia de los videojuegos. Y hermano, qué experimento.

Los primeros días fueron un caos hermoso. Los servidores colapsaban cada cinco minutos. En Ecuador, literalmente no podías entrar al juego entre las 6 PM y las 10 PM. Niantic claramente no esperaba que medio mundo se volviera loco cazando ratones eléctricos en la calle.

El apocalipsis de los servidores

Recuerdo perfectamente esas primeras semanas. Los servidores de América Latina se caían más que un borracho en Carnaval. Era frustrante: llegabas al parque, abrías la app, y te recibía el mensaje "nuestros servidores están experimentando problemas". No hermano, lo que estaban experimentando era el peso de 100 millones de personas tratando de atrapar un Pikachu al mismo tiempo.

La ironía es brutal. Niantic tuvo la oportunidad de oro. Toda la humanidad estaba literalmente caminando con sus celulares, gastando dinero en pokéballs, y ellos no pudieron mantener los servidores funcionando. Imagínate si Netflix se cayera justo cuando todos quieren ver una serie nueva. Así de épico fue el fail.

Quito: donde atrapar pokémon era un deporte extremo

Vivir en Quito y jugar Pokémon GO era como jugar ruleta rusa, pero con delincuentes. Caminar por la calle con el celular afuera ya era peligroso antes del juego. Después, con toda esa gente caminando lento, mirando la pantalla como zombies, era prácticamente una invitación a que te roben.

Los conductores tampoco ayudaban. Ver a alguien cruzando la calle mirando el celular los ponía en modo Fast & Furious. Era como si pensaran: "Este idiota está cazando pokémon, voy a cazarlo yo con mi auto".

Pero el verdadero peligro estaba en esa combinación letal: peatón distraído + conductor irresponsable + delincuente oportunista. Una tríada perfecta para el desastre.

Las aventuras en el Parque Bicentenario

A pesar de todo, llevé a Juanito y Julián al Parque Bicentenario más veces en esos dos meses que en todo el año anterior. El parque se había convertido en el epicentro pokémon de Quito. Tenía como 15 poké paradas y tres gimnasios. Era el sueño de cualquier entrenador.

Pero hermano, la paranoia era real. Cada vez que íbamos, estaba súper pendiente de quién andaba cerca. Ver a los niños con los celulares afuera me ponía más nervioso que debuggear código en producción un viernes en la tarde. Siempre con la cabeza en todas partes, tratando de disfrutar el momento pero consciente de que estábamos en Quito, no en Japón.

Juanito, con sus 9 años, era implacable. "Papi, ahí hay un Charmander". Y yo: "Sí hijo, pero primero mira si no hay nadie sospechoso cerca". Así era cada pokémon que aparecía.

Team Instinct: los eternos perdedores

Por supuesto, elegí Team Instinct. El amarillo. El que siempre perdía los gimnasios. Mientras Team Mystic y Team Valor se peleaban por el control de la ciudad como los Bloods y los Crips, nosotros los amarillos éramos como esos hippies que aparecen en las marchas pero nadie sabe por qué están protestando.

El gimnasio de la Universidad Central siempre estaba azul o rojo. Los amarillos durábamos ahí lo que un commit sin testing: cinco minutos máximo. Pero hey, alguien tenía que ser el underdog de esta historia.

La muerte lenta de la fiebre

Y luego pasó lo inevitable. La novedad se desgastó más rápido que un meme de Facebook. Niantic, en lugar de capitalizar el momento, decidió hacer updates que nadie pidió y quitar features que todos amaban. Movimiento clasico de compañia tech.

Los gimnasios que antes tenían 20 personas ahora están vacíos como reunión de Teams un viernes a las 6 PM. El parque volvió a su estado normal: parejas haciendo ejercicio y señores dando de comer a las palomas. Las poké paradas siguen ahí, como monumentos a una era que se fue.

El juego sigue existiendo, obviamente. Pero ya no es el fenómeno cultural que paralizó el mundo. Es como esos grupos de WhatsApp del colegio: técnicamente siguen activos, pero nadie habla desde 2017.

Lecciones de una fiebre que se fue

Pokémon GO nos enseñó algo importante: la realidad aumentada puede funcionar, pero solo si la infraestructura aguanta. También nos recordó que por un momento, todos fuimos niños otra vez. Ver a ejecutivos de 40 años persiguiendo un Snorlax en el Parque La Carolina fue hermoso y patético a la vez.

Dos años después, lo que queda es nostalgia y algunas fotos graciosas en el celular. Y la lección de que las fiebres tecnológicas son exactamente eso: fiebres. Llegan fuerte, te hacen delirar por un tiempo, y luego se van dejando solo el recuerdo de cuando todos creíamos que caminar 10 kilómetros para atrapar un huevo de pokémon era una excelente idea.

C

Sobre Carlos Donoso

Full Stack Developer y AI Engineer apasionado por crear soluciones innovadoras. Me especializo en desarrollo web moderno, inteligencia artificial y automatización. Comparto conocimiento para ayudar a otros developers a crecer en su carrera.

Comentarios 1

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Diego Vargas

21/01/2019
Aunque el artículo pinta a Pokémon GO como una fiebre pasajera, creo q todavía tiene su encanto. Si bien el auge inicial fue una locura, la comunidad de jugadores sigue activa. Yo aún disfruto de las caminatas y las actualizaciones constantes mantienen el juego fresco y entretenido. No es tan efímero como lo pintas.
Aunque el artículo pinta a Pokémon GO como una fiebre pasajera, creo q todavía tiene su encanto. Si bien el auge inicial fue una locura, la comunidad de jugadores sigue activa. Yo aún disfruto de las caminatas y las actualizaciones constantes mantienen el juego fresco y entretenido. No es tan efímero como lo pintas.

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