Mientras todos escriben posts sobre "Las 10 librerías JS que debes conocer en 2023", yo estoy aquí, calculando cuántos commits puedo hacer antes de tomar el bus de las 10 PM hacia Quito. Otra vez.
500 kilómetros. 8 horas en bus. Cada 15 días. Mis compañeros de trabajo piensan que estoy loco. Mi GitHub activity graph parece un código morse. Pero cuando Julián (6 años) se lanza desde el sofá directo a mi espalda y Juan Daniel (13, demasiado cool para eso pero no para sonreír cuando gano una kill en Fortnite) me mira con orgullo... todo tiene sentido.
Los developers también lloramos (pero lo ocultamos con console.log)
Voy a ser honesto: ser desarrollador divorciado con hijos en otra ciudad es como debuggear en producción mientras el servidor se incendia. Es difícil. Es agotador. Es... necesario.
Mi vida es un ciclo infinito de:
while (true) {
trabajar(10_dias);
viajar(8_horas);
ser_papa(4_dias);
llorar_en_el_bus_de_regreso(8_horas);
repeat();
}
Pero ¿saben qué? No lo cambiaría por nada. Ni por un trabajo en Silicon Valley. Ni por acciones de la próxima unicornio. Nada.
Julián: Mi pequeño kamikaze emocional
Julián tiene 6 años y cero concepto de peligro. Es el tipo de niño que ve un mueble alto y piensa "perfecto trampolín para caer sobre papá". No camina, corre. No abraza, tacklea. Es pura energía condensada en 25 kilos de amor incondicional.
La última vez que lo visité:
"¡PAPÁ!" *se lanza desde las escaleras*
"¡Julian, cuidado!"
*PLAF* (ese fui yo contra el piso)
"¡Otra vez, otra vez!"
"Hijo, papá ya no tiene 20 años..."
"Yo se que estas viejito"
Jugamos "carga montón" hasta que mi espalda pidió clemencia. Él podría seguir 4 horas más. Su energía es como un while(true) sin break. Infinita. Agotadora. Perfecta.
No le interesa mucho lo que hago. "¿Programas? Ah, ok. ¿Jugamos?" Y está bien. Tal vez algún día se interese. Tal vez no. Mientras tanto, soy su jungle gym personal y no pienso renunciar al cargo.
Juan Daniel: El artista que me enseña paciencia
Juan tiene 13. Es la calma que balancea el huracán de su hermano. Dibuja con una habilidad que me deja sin palabras. Donde yo veo líneas de código, él ve formas, sombras, mundos enteros en un papel.
Es más reservado. A veces tengo que "robarle" besos (con su correspondiente "¡Papááá!" de protesta adolescente). Pero cuando jugamos Fortnite juntos, algo mágico pasa:
"Pa, agáchate, viene un sniper"
*muero inmediatamente*
"Te dije que te agacharas" *risita*
"Es que los controles..."
"Sí, claro, los controles" *más risitas*
Duro 3 minutos promedio por partida. Él podría ganar solo, pero me revive una y otra vez. "Vamos pa, esta vez sí la hacemos". Nunca la hacemos. No importa. Esos momentos jugando juntos valen más que cualquier Victory Royale.
Pandemia: Cuando Photoshop salvó el semestre
2020-2021. Juan tenía que enviar fotos de maquetas escolares. Problema: hacer maquetas no es lo nuestro. Solución: papá developer + Photoshop = magia.
"Hijo, mándame fotos de los materiales"
"¿Para qué?"
"Confía en el proceso"
3 horas después: una maqueta digital perfecta del sistema solar. Con sombras realistas. Texturas. Hasta brillaba.
"¿Cómo hiciste eso?"
"Photoshop, hijo. El verdadero MVP de la pandemia"
"¿Me enseñas?"
"Claro, pero primero aprende a odiar WordPress"
"¿Qué es WordPress?"
"El enemigo natural del buen diseño"
Sacó 10/10. El profesor comentó que era "la mejor maqueta de la clase". Si supiera...
El sueño secreto del padre developer
Ninguno de los dos muestra mucho interés en la programación. Julián está muy ocupado siendo un tornado humano. Juan prefiere sus lápices y tablets de dibujo a las líneas de código.
Pero a veces fantaseo:
- Juan como diseñador UI/UX, creando interfaces hermosas mientras yo las implemento
- Julián como project manager, con su energía infinita moviendo proyectos
- Los tres trabajando juntos en algo increíble
Si Juan se hace diseñador, juro solemnemente enseñarle que WordPress es el lado oscuro. Que Figma es vida. Que el buen diseño no necesita 47 plugins para funcionar.
Si Julián... bueno, con esa energía podría ser CEO de una startup o luchador profesional. Ambas requieren la misma tolerancia al dolor.
La arquitectura de una familia distribuida
Vivir a 500km de tus hijos es como manejar microservicios: requiere mucha comunicación, sincronización perfecta y tolerancia a fallos.
Nuestro stack familiar:
- WhatsApp: Para los dibujos diarios de Juan y los videos de Julián haciendo... cosas peligrosas
- Fortnite: Nuestro servidor de pruebas donde Juan me enseña humildad
- Videollamadas: Donde finjo entender los dibujos abstractos y celebro cada locura
- Visitas quincenales: Deploy en producción de abrazos acumulados
Esta Navidad: El mejor regalo no tiene código
Esta Navidad será especial. No porque haya dominado React (no lo hice). No porque haya lanzado el próximo unicornio (tampoco). Sino porque estaré con ellos.
Julián ya me advirtió que tiene "nuevos trucos de lucha libre" para mostrarme. RIP mi espalda.
Juan quiere que juguemos Fortnite "pero esta vez intenta durar más de 5 minutos, pa".
500 kilómetros. 8 horas de bus. Vale cada segundo cuando Juan, mi artista reservado, me abraza sin que se lo pida. Cuando Julián se queda dormido en mi regazo después de jugar 3 horas sin parar.
Ellos son mi unit test diario de que estoy haciendo algo bien. Son mi code review más honesto. Son el único legacy code del que nunca me quejaré.
Esta Navidad, abraza a tus seres queridos. Déjate ganar en Fortnite. Recibe esos tackles voladores. Admira esos dibujos. Roba esos besos.
El código puede esperar. Los hijos crecen en tiempo O(1). Rápido. Imparable. Hermoso.
Feliz Navidad, devs. Que sus logs estén llenos de amor y sus bugs sean solo del código, no de la vida.
PD: Julián, cuando leas esto: sí, ya fortalecí mi espalda para tus saltos. Juan: guardé todos tus dibujos, incluso los que dices que "no quedaron bien". Están perfectos. Como ustedes.
PPD: Y sí, WordPress sigue siendo el enemigo. No es broma.
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